Durante las últimas celebraciones del día de la madre se presentó una variedad de publicidad centrada en mostrar cierto tipo de maternidad, protagonizada por una mujer amorosa y desinteresada, caracterizada por un inherente instinto natural que se representa en típicas fotografías de madres al lado de niños: vistiéndolos, enseñándoles las tareas, peinándolos, etcétera.
De igual forma, se hizo alusión a frases como “una madre está dispuesta a darlo todo por sus hijos”, con lo cual se idealiza la experiencia de la maternidad como un evento que cambia los intereses de la mujer para orientarla al único objetivo de criar a sus hijos y cumplir con su función: ser madres.
Dicha publicidad solo es un ejemplo más de la presión social que ejerce el sistema patriarcal sobre las mujeres, quienes, tanto como hijas, hermanas y madres, hemos sido expuestas a un imperativo institucionalizado: convertirnos en una buena madre, aquella representada en la publicidad de este festejo.
No obstante, ¿qué está detrás de esta “maternidad idealizada”? ¿cómo responden las feministas a esta imposición?
El trabajo de Lorena Salettu Cuesta, “Propuestas teóricas feministas en relación al concepto de maternidad”, nos permite distinguir, dentro del trabajo del feminismo, diferentes aproximaciones a la maternidad.
Por un lado, un bloque bibliográfico es identificado como el que “desarticula el modelo de la buena madre” debatiendo el concepto de maternidad como eje fundador de la identidad femenina, mientras que el segundo rectifica la maternidad como “fuente de placer, conocimiento y poder femenino” (Saletti 2008:1)[1].
Este trabajo empieza reconociendo que un objetivo del feminismo es analizar discursos sociales como “la maternidad” para determinar su efecto sobre las mujeres: se trata de un imaginario social que establece un ideal común sobre las mujeres, la maternidad como feminidad. Así, considero imperativo centrarse en esta literatura sobre la maternidad, identificando su significado y lo que esta conlleva para la mujer.
En primer lugar, llama la atención el ideal del “amor materno” como un instinto irracional que se manifiesta desde edades tempranas. ElizabethBadinter, en su trabajo “¿Existe el instintomaternal?”, ilustra cómoes que la ciencia es la causante de construir este “instinto maternal”, como un sentimiento innato que obliga a las mujeres a ser, ante todo, madres.
Para Badinter, el origen del amor maternal no se explica por la naturaleza, sino por una construcción social propia del sistema patriarcal del siglo XVIII que obligaba a las mujeres a crear una actitud instintiva con sus hijos: amamantar por ellas mismas y garantizar una buena educación para sus hijos (1991)[2].
Así, el “instinto materno” se convierte en un determinismo biológico que posiciona a la mujer como aquella que debe conservar la especie porque posee la capacidad corporal para hacerlo: puede concebir, gestar y parir a la nueva clase trabajadora.
No obstante, llama la atención que, en el debate sobre la maternidad subrogada, muchas feministas radicales sean las que utilicen el argumento del “instinto maternal” como una razón por la que esta práctica de alquiler de vientres va en contra del bienestar de las mujeres subrogadas. Ellas manifiestan preocupación por cómo es que esta práctica rompe la unión maternal natural del embarazo, el “instinto maternal” de quien engendra; citando a la Comisión de Bioética de España postulan la gestación como una forma de “simbiosis temporal” entre la madre y su hijo.
Por lo tanto, se espera que la madre responda a este proceso con secuelas tanto físicas como psicológicas. Así, la madre segrega hormonas que aceleran la maduración de su cerebro haciéndola más empática, indulgente y expectante a las necesidades de los niños (CBE: 14)[3].
Mi crítica a dicho argumento radica en su naturaleza patriarcal, ¿no hablamos del mismo imperialismo biológico de pensar la mujer como la madre amorosa y dedicada por el hecho de engendrar?
Así, considero reveladores los resultados de la investigación antropológica de Elly Teman: se estima que más del 99 por ciento de las mujeres subrogadas renuncian voluntariamente a los niños, la mayoría de ellas reportan satisfacción con el proceso y carecen de problemas psicológicos, de hecho, en un estudio longitudinal se encuentra que la mayoría expresa la intención de volver a participar de la gestación subrogada (2010)[4].
En la misma líneadel trabajo de Badinter, Simone de Beauvoir entendería a la maternidad como una atadura que anula e impide la trascendencia social de la mujer (1989)[5]. Su postulado feminista se inscribe en los ejes del feminismo de igualdad de la Europa de los 60s. De Beauvoir, entiende el instinto maternal como una construcción social mas no un instinto natural. De igual forma, partiendo del análisis antropológico de Strauss, muestra al lector cómo es que la maternidad se convierte en una categoría de subordinación para la mujer; la condiciona a carecer de fuerza y tiempo para dedicarse a las actividades de producción, recolección o caza; por el contrario, se ve reducida a asegurar la vida de sus hijos y a ejercer labores domésticas congruentes con la maternidad. Así, la crítica de la autora se limita a la concepción de la maternidad como único camino para la realización y adultez de la mujer; y su entendimiento como “imaginario condicionante de la felicidad”.
En este punto considero relevante hacer una distinción entre la maternidad como institución y experiencia. De acuerdo con Adrienne Rich, esta última se refiere a la “relación potencial de la mujer con la reproducción y sus hijos”, mientras que la maternidad como institución será la que busque someter a las mujeres bajo el control del patriarcado (en Saletti 2008:10).
En ese sentido, podríamos afirmar que la crítica que realiza De Beauvoir es a esta institución patriarcal de la maternidad. De igual forma, siguiendo el razonamiento del movimiento de libración de mujeres Redstockings, un grupo feminista radical, la opresión que ejercen las instituciones sobre las mujeres tiene su raíz en las personas que lo perpetúan, por tanto, la institución de la maternidad se convierte en un constructo social que se mantiene por el comportamiento de hombres y mujeres que legitiman el discurso de la mujer como madre (1969)[6].
Así, con la propuesta de Bartky en su trabajo “Foucault, feminidad y modernización del poder patriarcal” podríamos pensar que la feminidad no es la única institución que se le impone a la mujer, también está la maternidad y el instituto materno que ponderan una forma de actuar, y sentir con respecto al cuerpo y la capacidad reproductiva (1994)[7].
En este sentido, la maternidad se convierte en un estándar patriarcal interiorizado, incorporado a nuestra estructura, que nos lleva a pensar que el instinto maternal y el deseo de ser madre es inherente/ natural y voluntario cuando, en realidad, es una imposición.
No obstante, no todas las feministas concibieron a la maternidad como una “condena a la subordinación institucionalizada”, sino, que también se pensó como una fuente de “conocimiento y poder femenino” (Saletti 2008:10)[8]. Esta postura nos introduce una nueva forma de pensar la maternidad: como un vínculo inherente entre las mujeres, un lazo materno- filial capaz de posicionarnos más allá de la subordinación a partir de la construcción de un proyecto político.
Llaman la atención los Movimientos de Templanza Femenina (WCTU). Stansell en “Promesas Feministas”, narra el papel de este movimiento en la lucha por el sufragio de la mujer como el principal vehículo social de lucha por los derechos de las mujeres a partir de un discurso que promovía la ideología de la maternidad y la supremacía de la moral femenina (Stansell 2010).
De esta forma, se legitima el sufragio femenino no por derecho natural de las mujeres, sino por moralismo religioso y maternal. Asimismo, si nos adentramos en el proceso de participación de la mujer en el mercado laboral a través del trabajo de Lavrin “Asunción, mujeres, feminismo y cambio social en Argentina, Chile y Uruguay 1890-1940”, también encontramos el discurso de la maternidad inherente a la expansión de derechos laborales (2005)[9].
El hecho de pensar en protecciones para madres solteras como licencias prenatales y postnatales o el ponderar la ley de “protección a la maternidad” implicaba modificar la legislación bajo el discurso de proteger y preservar la función esencial de la mujer, la maternidad. No se podría dejar de lado mencionar el trabajo de Perkins Gilman, Herland[10], una novela utópica precursora de la ciencia ficción feminista moderna, que muestra al lector un orden social ideal donde no existe guerra, conflicto ni dominación; por el contrario, como resultado del liderazgo de las mujeres y ausencia de los varones, se trata de una comunidad de mujeres desarrolladas, inteligentes y sabias. Se convierte en una exaltación de la maternidad, convirtiéndola en aquella condición que une a las mujeres; además de ilustrar el concepto de “sororidad”, el pensar a las mujeres como hermanas.
De esta forma hemos identificado un discurso feminista sobre la maternidad que, ya sea intentando apropiarse de ella para redefinirla y permitir mirar más allá de la subordinación que impone el sistema patriarcal sobre las madres, fue un eje central del trabajo feminista.
No obstante, ¿qué reflexión nos deja esta literatura sobre la maternidad que defienden las feministas? Una conclusión fundamental será reconocer que el feminismo no es una corriente de pensamiento única y congruente. Por el contrario, se trata de una vertiente del pensamiento político moderno que se centra en el estudio y activismo de la mujer desde diferentes perspectivas: así, están las feministas que estudiaron la maternidad como una institución patriarcal y las que, sin negar esta naturaleza, la instrumentalizaron políticamente.
En debates más antagónicos, las ramas del feminismo debaten de forma más evidente, tal es el caso de la maternidad subrogada que contrapone a feministas radicales, socialistas y abolicionistas contra las liberales.
Por último, la base bibliográfica que fueron desarrollando las feministas a lo largo de la lucha por los derechos de la mujer, nos permitió identificar este ideal de la madre sacrificada, al servicio de la familia y sus hijos, y, con ello, dar el primer paso hacia lo que autoras como Esther Vivas[11], entienden como la “maternidad feminista”, aquella que enfrenta a este ideal de la buena madre que muestran los medios de comunicación y que parece tan institucionalizada en la mente de la población.
Así, nos permitimos pensar en la, comúnmente llamada, “madre desobediente” que rompe con el esquema de la madre entregada y sumisa, centrándonos en el valor propio de la maternidad, y dejando de lado los estereotipos de crianza y cuidado.
BIBLIOGRAFÍA
Asunción Lavrin, “Mujeres, feminismo y cambio social en Argentina, Chile y Uruguay 1890- 1940” (Santiago: Centro de investigaciones Diego Barros Araña, 2005)
Bartky, Sandra Lee. “Foucault, Femininity and the Modernization of Patriarchal Power,” in Feminism , ed. Susan Moller Okin and Jane J. Mansbridge, vol. 1, 2 vols. (Cambridge: E. Elgar, 1994), 272–96.
Comité de Bioética de España. “Informe de Comité de bioética de España sobre los aspectos éticos y jurídicos de la maternidad subrogada”. Bilbao, 2019.
Badinter, “¿Existe el instinto maternal?”. Historia del amor maternal s. XVII al XX. (Barcelona: Paidos, 1991)
Elly Teman, “Birthing a Mother. The surrogate bogy and the pregnant self” (California: University of California Press, 2010)
Lorena Saletti Cuesta, “Propuestas teóricas feministas en relación al concepto de maternidad, Universidad de Granada,CLEPSYDRA7(2008),
“Redstockings Manifiesto”, July 7 1969. http://www.redstockings.org/index.php?option=com_content&view=article&id=7 6&Itemid=59. (Consultado el 5- 4- 2019)
Simone de Beauvoir, El segundo sexo (Buenos Aires: Siglo XX, 1989)
Yolanda Puyana Villamizar, La maternidad desde Simone de Beauvoir, En otras palabras16 (2008)
Notas
[1]Lorena Saletti Cuesta, “Propuestas teóricas feministas en relación al concepto de maternidad, Universidad de Granada, CLEPSYDRA 7(2008),http://digibug.ugr.es/bitstream/handle/10481/14802/Saletti_Cuesta_articulo_revista_clepsydra.pdf;jsessionid=4DDEB5CC274C7D492926B7597191E6F2?sequence=1. (Consultado el 5- 4- 2019)
[2]E. Badinter, “¿Existe el instinto maternal?”. Historia del amor maternal s. XVII al XX. (Barcelona: Paidos, 1991)
[3]Comité de Bioética de España. “Informe de Comité de bioética de España sobre los aspectos éticos y jurídicos de la maternidad subrogada” 2019. http://assets.comitedebioetica.es/files/documentacion/es/informe_comite_bioetica_aspectos_eticos_juridicos_maternidad_subrogada.pdf(Consultado 3- 4- 2019)
[4]Elly Teman, “Birthing a Mother. The surrogate bogy and the pregnant self” (California: University of California Press, 2010)
[5]Simone de Beauvoir, El segundo sexo (Buenos Aires: Siglo XX, 1989)
[6]“Redstockings Manifiesto”, July 7 1969. http://www.redstockings.org/index.php?option=com_content&view=article&id=7 6&Itemid=59. (Consultado el 5- 4- 2019)
[7]Sandra Lee Bartky, “Foucault, Femininity and the Modernization of Patriarchal Power” (Cambridge: E. Elgar, 1994)
[8]Lorena Saletti Cuesta, “Propuestas teóricas feministas en relación al concepto de maternidad, Universidad de Granada, CLEPSYDRA 7 (2008), http://digibug.ugr.es/bitstream/handle/10481/14802/Saletti_Cuesta_articulo_revista_clepsydra.pdf;jsessionid=4DDEB5CC274C7D492926B7597191E6F2?sequence=1. (Consultado el 5- 4- 2019)
[9]Asunción Lavrin, “Mujeres, feminismo y cambio social en Argentina, Chile y Uruguay 1890- 1940” (Santiago: Centro de investigaciones Diego Barros Araña, 2005)
[10]Charlotte Perkins Gilman, “Herland” (Project Gutenberg 1915) http://www.gutenberg.org/ebooks/32?msg=welcome_stranger(Consultado 1-5-2019)
[11]Esther Vivas es autora de “Mamá desobediente. Una mirada feminista a la maternidad”. Se trata de un libro que retrata los retos de la mujer para enfrentar el estereotipo de la “superwoman”.