
Universidad Iberoamericana, Biblioteca Francisco Xavier Clavijero, Colección Porfirio Díaz, Legajo 40, Caja 15, Documento 000750, Boletín de Agricultura, Año I, Número 1, 1 de diciembre de 1910, p. 3.
El régimen de Porfirio Díaz en México, desarrollado entre 1876 y 1911 y denominado Porfiriato, ha sido y continúa siendo estudiado por historiadoras e historiadores de todas partes del mundo. Yucatán, uno de los estados que conforman México, no es la excepción para quienes investigan el Porfiriato. La historiografía ha demostrado, y en parte privilegiado, la importancia de un actor para la comprensión de diversos procesos desarrollados durante el Porfiriato en Yucatán: Olegario Molina Solís. Dicho personaje ha sido estudiado principalmente desde sus orígenes familiares y su trayectoria político-empresarial en Yucatán.
Olegario Molina nació el 6 de marzo de 1834 en el poblado de Blonchén, Yucatán (hoy corresponde al estado de Campeche), y fue formado como Licenciado en Derecho Civil e Ingeniero Topógrafo. En su juventud, dicho personaje fue cercano al general Manuel Cepeda Peraza, afín al republicanismo juarista, por lo que, en 1867, tras la derrota del Imperio de Maximiliano de Habsburgo, Molina fue nombrado director del recién fundado Instituto Literario de Yucatán. Durante su gestión en la referida institución, conoció y fue profesor de Joaquín D. Casasús, destacado diplomático porfirista que jugó un papel clave en la posterior proyección del primero.
En las tres décadas posteriores, Molina priorizó su actividad empresarial, no sin dejar de mantener cierta presencia en el escenario político yucateco. Por ejemplo, fue uno de los prospectos para ocupar la gubernatura de su natal estado para el cuatrienio de 1894 a 1898, lo que indica no únicamente la proyección local obtenida por el personaje, sino también la consideración del presidente. No fue sino hasta el periodo de 1902 a 1906, que Molina fungió como gobernador de Yucatán,[1] auspiciado por Porfirio Díaz y por el secretario de Hacienda José Yves Limantour. La conexión entre Molina-Díaz-Limantour, puede ser explicada por medio de Joaquín D. Casasús.
Al momento en el que Molina asumió la gubernatura de Yucatán, también era el más destacado exportador de henequén a través de su casa exportadora “Olegario Molina y Cía.”. Asimismo, se encontraba involucrado con el clero, los empresarios y la banca yucateca, a través de la cual acrecentó su papel en la industria del henequén, al extender líneas de crédito, préstamos e hipotecas a hacendados henequeneros. Es por ello que la International Harvester Company (IHC), consorcio comercial resultado de la fusión de cuatro compañías estadounidenses dedicadas a la fabricación de máquinas cosechadoras que requerían el cordel hecho con henequén, vio en Molina al hombre ideal para estrechar negocios. A través de un contrato secreto firmado entre el personaje y la IHC en 1902, el cual indicaba que el precio del henequén sería deprimido voluntariamente por la casa exportadora de Molina a cambio de que ésta tuviera el monopolio de la exportación, el yucateco se benefició y se consolidó simultáneamente como el hombre más importante de la política y la economía del estado.
Durante su gestión como gobernador, Olegario Molina buscó transformar a Yucatán por medio de una modernización material impulsada por ideas, capital y tecnología extranjera, lo cual quedó evidenciado en las obras de pavimentación, banquetado y desagüe que llevó a cabo. También realizó la construcción de escuelas, el Hospital O’Horan y el Asilo Ayala, así como finalizó el Paseo de Montejo y la ampliación de la Penitenciaría Juárez en la ciudad de Mérida. Durante su gobierno se redactó la nueva Constitución de Yucatán y se reformaron los códigos civiles y penales. En términos generales, Molina transformó la vivienda, transporte, comunicaciones, salud pública, servicios sanitarios, educación, artes y comunidad financiera de Yucatán, para introducirlo a la “modernidad” porfiriana. Debido a lo anterior, se le ha catalogado como “El ‘gran’ científico de Mérida”.[2] Sin embargo, es necesario resaltar que Molina, al ser el principal exportador del henequén, promovió e instrumentalizó la explotación inhumana y el trabajo forzoso impuesto a los peones mayas dentro de las haciendas henequeneras para enriquecerse.
Molina obtuvo el beneplácito del presidente Díaz para reelegirse como gobernador de Yucatán para el cuatrienio de 1906 a 1910. Al poco tiempo de iniciar su segunda administración, fue invitado a fungir como secretario de Fomento dentro del gabinete presidencial, cargo que ocupó de marzo de 1907 a marzo de 1911. Su gestión a cargo de dicho Ministerio es uno de los pocos capítulos de la vida de Molina que no han sido estudiados por la historiografía. Al finalizar su periodo como secretario de Fomento, y el eventual final del régimen de Díaz, Molina regresó a Yucatán y continuó operando como cabeza de la élite durante el periodo denominado como el “Porfiriato prolongado”.[3] Se ha denominado de dicha forma al tiempo transcurrido entre el fin “oficial” del Porfiriato en mayo de 1911 y la llegada de la Revolución Mexicana a Yucatán en marzo de 1915 con la figura del General Salvador Alvarado. Durante el Porfiriato prolongado, el estado en cuestión continuó operando con la dinámica que funcionaba durante el régimen de Díaz, con lo que el monopolio henequenero y la explotación en las haciendas continuaba estando bajo el auspicio de la familia de Olegario Molina, en particular de Avelino Montes, su yerno.
Ante la inminente llegada de la Revolución Mexicana a Yucatán, miembros de la oligarquía local se autoexiliaron en La Habana, Cuba. Entre ellos estuvo Molina, quien huyó de su estado y del país, al que nunca regresó. El 28 de abril de 1925, en La Habana, falleció un hombre que fue el “Científico” de Yucatán, el último secretario de Fomento de facto del Porfiriato y el articulador de una red económica basada en la explotación del peón maya en la hacienda henequenera, falleció Olegario Molina Solís. Resulta paradójica la actitud adoptada por el gobierno mexicano y yucateco tras su muerte, como señala Gilbert Joseph[4]:
Debe ser una de las ironías de la historia de la Revolución Mexicana el hecho de que el hombre que había sido el principal responsable de la consolidación de los peores aspectos del Antiguo Régimen, contra el que luchó la Revolución en Yucatán, fuera traído a casa por un gobierno revolucionario que además lo recibió como un héroe.
La recepción del cadáver de Molina y su catalogación como “héroe” puede ser explicada en que desde 1905 le cedió el control de su compañía exportadora a Avelino Montes, mismo a quien criticó durante el Porfiriato prolongado por su monopolio. Sin embargo, dicha crítica fue únicamente eso, ya que la compañía seguía otorgándole beneficios a él y a su familia. También, Molina expresó su respaldo al nacionalismo de Venustiano Carranza durante la Revolución Mexicana. Haciendo eco de su gestión como secretario de Fomento, el yucateco promovió legislación que podría catalogarse como nacionalista, como fue su propuesta de ley minera y su ley de aguas; queda pendiente profundizar en ello.
Olegario Molina, un personaje que, a 100 años de su muerte, continúa siendo tildado como héroe o como villano, dependiendo de la narrativa. Fue, sin embargo, hombre de su tiempo a fin de cuentas.
Referencia de la imagen:
Universidad Iberoamericana, Biblioteca Francisco Xavier Clavijero, Colección Porfirio Díaz, Legajo 40, Caja 15, Documento 000750, Boletín de Agricultura, Año I, Número 1, 1 de diciembre de 1910, p. 3.
Notas
[1] Los motivos de la elección de Molina como gobernador para el periodo de 1902 a 1906 han sido ampliamente estudiados en: Marisa Pérez de Sarmiento, Historia de una elección: la candidatura de Olegario Molina en 1901 (México: Ediciones de la Universidad Autónoma de Yucatán, 2002).
[2] Marisa Pérez de Sarmiento, «Olegario Molina, gobernador “Científico” de Yucatán», en Constructores de la modernidad: empresarios, políticos, intelectuales y diplomáticos en el Porfiriato, de Laura Muñoz y María del Rosario Rodríguez (México: Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 2024), 55-78; Allen Wells y Gilbert Joseph, Verano del descontento, épocas de trastorno. Élites políticas e insurgencia rural en Yucatán, 1876-1915 (México: Ediciones de la Universidad Autónoma de Yucatán, 2011), 114-15, 229-32.
[3] Allen Wells, y Gilbert Joseph, «El “Porfiriato prolongado”. La resistencia popular y de las élites, 1910-1915», en Historia General de Yucatán. Tomo IV: Yucatán en el México Porfiriano, 1876-1915, ed. Jorge Isidro Castillo Canché, Sergio Quezada, y Inés Ortíz Yam (México: Ediciones de la Universidad Autónoma de Yucatán, 2014), 281-320.
[4] Gilbert Joseph, Revolución desde afuera. Yucatán, México y los Estados Unidos, 1880-1924 (México: Fondo de Cultura Económica, 2010), 79.
Bibliografía:
Joseph, Gilbert. Revolución desde afuera. Yucatán, México y los Estados Unidos, 1880-1924. México: Fondo de Cultura Económica, 2010.
Pérez de Sarmiento, Marisa. Historia de una elección: la candidatura de Olegario Molina en 1901. México: Ediciones de la Universidad Autónoma de Yucatán, 2002.
———. «Olegario Molina, gobernador “Científico” de Yucatán». En Constructores de la modernidad: empresarios, políticos, intelectuales y diplomáticos en el Porfiriato, de Laura Muñoz y María del Rosario Rodríguez, 55-78. México: Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 2024.
Wells, Allen, y Gilbert Joseph. «El “Porfiriato prolongado”. La resistencia popular y de las élites, 1910-1915». En Historia General de Yucatán. Tomo IV: Yucatán en el México Porfiriano, 1876-1915, editado por Jorge Isidro Castillo Canché, Sergio Quezada, y Inés Ortíz Yam, 281-320. México: Ediciones de la Universidad Autónoma de Yucatán, 2014.
Wells, Allen, y Gilbert Joseph. Verano del descontento, épocas de trastorno. Élites políticas e insurgencia rural en Yucatán, 1876-1915. México: Ediciones de la Universidad Autónoma de Yucatán, 2011.