México tiene hoy un presidente carismático, lo que explica una aprobación del 80% que parece inexplicable, en términos racionales, a los analistas. Dice Alain Rouquié: “Un régimen de origen democrático puede tender a la hegemonía (que excluiría totalmente a las oposiciones), pero no puede llegar a la dominación total sin transformarse en una dictadura que minaría su legitimidad nacida precisamente de la trascendencia representativa y de la soberanía del pueblo”. Nuestro presidente dijo alguna vez que el Presidente es el Estado, un Estado nacional y popular (comento yo), en ruptura con la democracia formal controlada por las élites.
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