Supe de su existencia hace muchos años, porque, en segundo de primaria, sí, sí, aunque no me lo crean, tuve una maestra extraordinaria, la señorita Élise Bonnet, que nos enseñaba de manera fascinante, además de a escribir y calcular, la historia y la geografía del mundo. Puede que le deba mi vocación de historiador y no olvido su linterna mágica que nos enseñaba lo mismo la destrucción de Pompeya que las andanzas de Cristóbal Colón atrapado en el sargazo. Nos contó que tardó tres semanas para cruzar esa extensión inmensa de algas, en una zona sin viento ni olas; y el terror de la tripulación.
El texto íntegro puede leerse aquí.