En el lenguaje político castellano templanza se asume, mayormente, como moderación. Y la moderación es mal vista en culturas políticas como las latinoamericanas, tan dadas al arrobamiento de los grandes gestos y las grandes declaraciones. El radicalismo es tan bien visto entre nosotros que, lo mismo desde la derecha que desde la izquierda, los políticos dicen aspirar al “cambio de raíz”.
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