A partir de finales del siglo XIX y hasta la década de los 60 del siglo XX, gran parte del continente africano estuvo bajo el control de las naciones europeas, siendo el Reino Unido uno de los países con mayores posesiones coloniales en dicho continente. La colonización trató de presentarse ante la opinión pública mundial como una misión civilizatoria, llegando incluso a denominarla como “la carga del hombre blanco” en África.[i] Más adelante, durante el proceso de descolonización que comenzó en la década de 1950 y se extendió hasta finales de la década de los 70, las autoridades británicas nuevamente buscaron generar ante la opinión pública, nacional e internacional, una percepción distinta a la que se tuvo de otras potencias europeas durante los procesos de independencia de sus territorios, pues muchas de esas naciones, en sus intentos por mantener el control de sus colonias, provocaron el desencadenamiento de costosas y cruentas guerras.[ii]
De modo que la descolonización británica fue presentada como un proceso pacífico, de reconocimiento o cesión de soberanía, así como de cooperación por parte de los británicos y no como el resultado de la lucha de los africanos por terminar con el dominio extranjero en la región. El fin último de dicha política fue mostrar la descolonización no como un símbolo de debilidad británica, sino como la culminación de ese proceso civilizatorio comenzado décadas atrás.[iii]
Sin embargo, el final del imperio británico en África no fue un proceso pacífico y bien planeado como se pretendió mostrar, sino que por el contrario involucró altos niveles de violencia y desorganización, mismos que las autoridades del Reino Unido intentaron ocultar por distintos medios. Uno ejemplo paradigmático ocurrió en Kenia, en la llamada guerra de los Mau Mau, la cual fue una lucha armada que se desarrolló entre 1952 y 1960, que costó la vida de cuando menos 11,000 africanos, cifra que según algunos cálculos podría llegar a 20,000, así como más de 200,000 detenidos y por lo menos un millón de desplazados.[iv]
El territorio que hoy ocupa la nación de Kenia formó parte del imperio británico desde 1895, primero como el Protectorado del Este de África el cual abarcaba tanto la actual Kenia como Uganda, hasta 1920 momento en que ambas regiones fueron separadas administrativamente. Kenia entonces fue conocida bajo el nombre de Colonia y Protectorado de Kenia, situación que perduró hasta 1964, año en que alcanzó su soberanía.[v]Kenia se encuentra ubicada en África oriental y su población está conformada por una gran variedad de grupos étnicos, siendo los más numerosos los Kikuyo, Luyia, Kalenyi, Luo y Kamba que en conjunto representan más del 60 por ciento del total de la población. De entre estos grupos étnicos el más extenso es el de los Kikuyo. EL suajili, una mezcla de lenguas de la familia bantú con fuertes influencias del árabe es la lengua de mayor uso en la región.[vi]
Kenia, fue durante el periodo de dominación británica lo que se conoce como un territorio propiamente colonizado “settler colony” y no únicamente administrado. Esto quiere decir que si bien la mayoría de los habitantes eran africanos, más del 90 por ciento del total de la población, fueron los británicos, que representaron no más del 1 por ciento de los habitantes en la colonia quienes tenían el control de una buena parte de la producción, el comercio, las instituciones políticas como el parlamento local e inclusive las tierras más fértiles las cuales se mantuvieron reservadas para los agricultores europeos y fueron conocidas como las “White Highlands”.[vii] Mientras tanto, muchos de los africanos obtenían la mayor parte de su sustento del ganado, sobre todo de cabras mientras que otros eran arrendatarios de las tierras pertenecientes a los agricultores europeos.[viii]
El fin de la Segunda Guerra Mundial (1945) trajo consigo cambios importantes que alteraron las condiciones de la colonia, entre estos cambios podemos resaltar un crecimiento demográfico importante que presionó sobre las tierras de los africanos, produciendo un creciente número de personas sin tierra o ganado y por tanto carentes de sustento económico. Al mismo tiempo, la creciente importancia de las exportaciones agrícolas de la colonia modificó las condiciones laborales pues al hacerse la tierra más valiosa el antiguo sistema de arrendamiento tendió a desaparecer dejando a muchos de los africanos, que por años habían arrendado la tierra de los colonos blancos fuera de estas, agravando aún más el problema de la escasez de tierra cultivable para ellos.
A la creciente presión en torno a las tierras de cultivo y pastoreo se sumaron otros factores como el hecho de que durante la Segunda Guerra Mundial la colonia había proporcionado cerca de 6000 soldados africanos para el esfuerzo bélico de la metrópolis, mismos que al ser desmovilizados exigieron mejores condiciones económicas y el fin de las prácticas de segregación por parte de las autoridades británicas. Sin embargo, tanto la oposición de los colonos a modificar el statu quo de la colonia, así como la debilidad económica del Reino Unido al finalizar la Segunda Guerra Mundial no permitieron que las demandas fueran satisfechas, por el contrario, la situación económica de los africanos empeoró al punto que para 1947, sólo en Nairobi capital administrativa de la colonia y de la actual Kenia, ya existían alrededor de 1600 africanos sin hogar mientras que la prosperidad económica y el racismo de los colonos blancos iba en aumento pues veían en las demandas de los africanos un ataque a sus privilegios.[ix]
A la renuencia, apatía e incapacidad de las autoridades británicas tanto de la metrópolis como de la colonia para ofrecer soluciones a los urgentes problemas de la población africana se sumó la creciente militancia de estos, que dentro de la colonia como a lo largo del continente comenzaron a desarrollar sentimientos de identidad nacional a la vez que se incrementaban las denuncias contra las extendidas prácticas de segregación. Dicha efervescencia se materializó en la creación de organizaciones políticas siendo una de las más importantes la Unión Africana de Kenia (KAU) por sus siglas en inglés, formada en 1945 y lidereada a partir de 1947 por Jomo Kenyatta quien en 1964 se convertiría en el primer presidente de Kenia.
Dentro y fuera de las distintas organizaciones políticas hubo alas conservadoras que optaban por un cambio escalonado dentro de las instituciones coloniales sobre todo en términos de representación en el parlamento local, así como la posibilidad de compra por parte de los agricultores africanos las tierras hasta entonces reservadas para los europeos. Sin embargo, otros grupos eran mucho más radicales y buscaban la expulsión de los británicos de manera inmediata, así como la devolución de las tierras de cultivo sin que mediara ningún tipo de acuerdo o indemnización.[x]
Los grupos radicales veían a los funcionarios africanos dentro de la administración colonial como enemigos, sobre todo a los llamados “jefes de tribu” los cuales habían sido impuestos por los colonizadores desde comienzos del dominio colonial, por lo que lejos de representar los intereses de las comunidades a su cargo o de fungir como intermediarios entre la administración colonial y los africanos, salvaguardaban los intereses de los colonizadores pues estos los mantenían en una situación de poder lo que a su vez les permitió enriquecerse al amparo del imperio. Dicha conducta hizo a los “jefes” acreedores de la animadversión por parte de la población africana que los veía como colaboracionistas y por lo tanto traidores a la causa de la liberación.[xi]
La creciente efervescencia política, las condiciones económicas adversas y la resistencia por parte de las autoridades coloniales para llevar a cabo reformas de carácter social sería lo que daría pie a que los sectores más radicales optaran por el camino de las armas, dando así origen al grupo insurgente conocido como los Mau Mau…
[i] “The White Man’s Burden Has Not Been Very Heavy,” in Bourgeois Radicals: The NAACP and the Struggle for Colonial Liberation, 1941–1960, ed. Carol Anderson (Cambridge: Cambridge University Press, 2014). Crook, Paul, “Social Darwinism and British “New Imperialism”: Second Thoughts,” The European Legacy 3, no. 1 (1998)
[ii] Iliffe, John, Africans: The History of a Continent, Third ed. (Cambridge: Cambridge University Press, 2017).
[iii] Bandeira Jeronimo and Antonio Costa Pinto, “Myths of Decolonization: Britain, France, and Prtugal Compared,” in The Ends of European Colonial Empires: Cases and Comparisons, ed. Bandeira Jeronimo and Antonio Costa Pinto (Basingstoke: Palgrave Macmillan, 2015), p. 127.
[iv] Elkins, Caroline, Imperial Reckoning: The Untold Story of Britain’s Gulag in Kenya, 1st ed. ed. (New York: H. Holt, 2005).
[v] Finley, M. I., “Colonies— an Attempt at a Typology,” Transactions of the Royal Historical Society 26 (1976)
[vi] Maxon, Robert M, East Africa: An Introductory History (Morgantown: West Virginia University Press, 1986), cap 2.
[vii] Mosley, Paul, The Settler Economies (Cambridge: Cambridge University Press, 1983); Maxon, East Africa.
[viii] Anderson, David M, “Stock Theft and Moral Economy in Colonial Kenya,” Africa: Journal of the International African Institute 56, no. 4 (1986)
[ix] Throup, David W., Economic and Social Origins of Mau Mau 1945-53 (James Currey, 1987), p. 190.
[x] Throup, David W., “The Origins of Mau Mau,”, African Affairs 84, no. 336 (1985)
[xi] Wamagatta, Evanson N., “British Administration and the Chiefs’ Tyranny in Early Colonial Kenya:A Case Study of the First Generation of Chiefs from Kiambu District, 1895—1920,” Journal of Asian and African Studies 44, no. 4 (2009)