noviembre 20, 2020

Historia Ambiental

La historia ambiental: de campo emergente a estudio estratégico



Ramírez Rodríguez es becario de estancia posdoctoral, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, Instituto de ciencias Básicas e Ingeniería – Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo

El 30 de septiembre de este año, en el marco del inicio de la Cumbre de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica, la comunidad de especialistas mundiales en biología confirmó que, debido a la imparable pérdida de la biodiversidad, el futuro de la humanidad se encuentra en riesgo. Con una asistencia de 1,400 delegados y participantes, la quinta edición de la Perspectiva Mundial sobre Diversidad Biológica presentó una década de acciones para conservar la vida conocida del planeta y poder “Vivir en armonía con la naturaleza”. Sin embargo, a pesar de ese lema, la perspectiva no es halagüeña y la pregunta generalizada entre los asistentes pudo haber sido: “¿Cómo se llegó al punto en que el bienestar humano se convirtió en la principal amenaza para el resto de la vida en este planeta?”

Debido al interés en los cambios territoriales y ecológicos actuales, es urgente el estudio de la relación entre sociedad y naturaleza en perspectiva histórica. Ese ámbito de interrelación se debe estudiar de manera integral a través de la geografía, la antropología, la arqueología, la sociología, la ecología, la economía y la historia, disciplinas que pueden aportar metodologías, teorías y prácticas útiles para una mejor comprensión, cuidado y buen uso del ambiente en la actualidad.

La vinculación entre la historia y el conocimiento de la naturaleza ha tenido una impronta importante en las ciencias sociales en los últimos cincuenta años. La historia ambiental se ocupa de los cambios que ha sufrido un ambiente natural, tanto por efectos de la propia naturaleza como por la actividad humana, lo que es conocido como “efecto antropogénico”. Asimismo, estudia las ideas o concepciones culturales relacionadas con los cambios del espacio natural.

La diferencia entre historia ecológica e historia ambiental es que la primera analiza las interrelaciones de los seres vivos (de la biota), y la segunda el impacto de la humanidad en los diversos nichos ecológicos, concibiendo al ambiente como objeto, agente o influencia de la actividad humana. Sin embargo, el giro actual que han recibido los estudios en historia ambiental consiste en considerar a la naturaleza no como un recurso inagotable de la producción o explotación, con fines de supervivencia humana, sino como el sistema condicionante de las diversas formas sociales concebidas para aprovechar los recursos naturales y preservarlos.

Apenas hoy se percibe en México la urgencia de construir propuestas que, de manera integral, interdisciplinaria y operacional, sirvan de base para acciones y programas para la conservación de hábitats, espacios y ecosistemas dentro la riqueza que aún resguarda el país, a pesar del grave deterioro que ha sufrido en las últimas décadas debido a la contaminación, la sobrepoblación humana o la desaparición de la biodiversidad a causa de la sociedad.

La otra área de estudio ligada intrínsecamente a la historia ambiental es la geografía histórica que, como campo especializado en los cambios ocurridos en un territorio, es pertinente para comprender las relaciones entre sociedad y naturaleza, mediante la investigación de los factores biológicos, geológicos y físicos que, a muy diferentes escalas, se han manifestado a lo largo del tiempo en un espacio determinado. La geografía histórica analiza las huellas que las sociedades humanas han impreso en el espacio geográfico: el cambio de uso de suelo, la sustitución de actividad forestal, agrícola o pecuaria, la construcción del paisaje patrimonial y de las políticas públicas en relación a estos temas. De modo que también se habla de una “geohistoria”.

La historia ambiental, aunque no lo parezca, ha tenido una amplia trayectoria teórica e historiográfica, con propuestas y vertientes diversas desde hace un siglo. El interés histórico por relacionar la sociedad con el ambiente surge en la llamada Escuela de los Annales, hacia fines de la década de 1920, con las propuestas metodológicas de historiadores como March Bloch, Lucien Febvre y Emanuelle Le Roy Ladurie. Por ejemplo, Bloch, en Historia de la Francia rural de 1931, establece que se deben distinguir los factores físicos y sociales que determinan los cambios en el poder político, estudiando la acción recíproca entre la gente y el hábitat.

Posteriormente, una nueva generación de los Annales, liderada por Fernand Braudel, dejó en evidencia la importancia del estudio del espacio geográfico por encima de la historia política e incluso de la construcción de civilizaciones. Así, en El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en tiempos de Felipe II (1949), Braudel demostró que el cambio ambiental es un proceso de muy “larga duración” y de importancia preferente, por encima de la historia social o cultural, que se mide en siglos, y de la historia política o económica, que se mide en décadas. El ambiente es entonces el origen de la formación de culturas, sociedades, economías, actividades comerciales y medios de vida.

Este influjo de los escenarios y acontecimientos naturales en las actividades productivas, las instituciones sociales, la tecnología, las leyes, e incluso en las maneras de comprender el mundo, muestran la importancia fundamental de los temas ambientales en los estudios históricos actuales. Esto ya lo había observado hace mucho uno de los fundadores de la escuela de geografía cultural de Berkeley, Carl O. Sauer, quien vinculó la historia ambiental con el estudio geográfico, al enfatizar la interacción de estructuras e instituciones humanas con los paisajes naturales.

Algunos autores abrieron la brecha de este estudio con obras que brindaron una mejor comprensión del intercambio biótico del “encuentro de dos mundos” en los siglos XV y XVI, el impacto devastador de las epidemias, o la destrucción de los ecosistemas a causa de las nuevas prácticas agroganaderas en las diferentes regiones de América, durante el periodo de dominio español. Se estudió también la conformación de plantaciones y complejos de extracción de recursos en los siglos XIX y XX.

Ciertas variantes de la disciplina, identificadas por John E. McNeill, son los estudios de historia ambiental material, que analizan cómo los cambios en los ambientes físicos y biológicos afectan la economía y tecnología de las sociedades humanas; la historia ambiental con enfoque cultural, que aborda las representaciones e imágenes de la naturaleza en las representaciones artísticas, y su concepción en la sociedad que las crea; la historia ambiental política, que revisa la relación entre las leyes y políticas de Estado con el entorno natural y los conflictos sociales que emanan de ellas; la historia ambiental rural, que estudia los ecosistemas agrícolas, ganaderos, forestales, marinos o costeros, en donde se presentan cambios por la actividad humana; la historia ambiental urbana, que se especializa en los efectos de la contaminación y el saneamiento de una zona habitada y la historia propia del ecologismo.

En opinión de Lise Sedrez, hasta hace unas décadas la historia ambiental latinoamericana había tendido a tener un carácter poco multidisciplinario en sus investigaciones regionales y locales, siendo México, Chile, Colombia, Argentina y Brasil los países donde primero se desarrollaron estos estudios en las décadas finales del siglo XX. Pero en los años transcurridos del siglo XXI, las investigaciones trans e inter disciplinarias han sido cobijadas por las instituciones educativas y gubernamentales que tratan de mejorar la comprensión de problemas de fondo en sus vastos territorios y en sus complejas realidades. Ahora existen en la mayoría de las universidades de México áreas especializadas que impulsan el estudio del ambiente y de la conservación de la naturaleza, expresada en múltiples proyectos que van desde la formación de jardines botánicos y herbarios hasta la defensa y preservación de especies protegidas o de ecosistemas enteros.

La perspectiva ambiental ha permeado poco a poco los estudios en México, relacionándose con la biología, la antropología, la sociología y los estudios de historia regional, en todos los niveles. La utilidad de la historia ambiental puede servir de base, y de hecho lo es, para la construcción de proyectos públicos y de políticas de conservación que valoren y resguarden la riqueza biótica del país.

El estudio de la conservación de hábitats y ecosistemas provee una información valiosa sobre la catalogación de la diversidad como lo está realizando la Comisión Nacional para el conocimiento y uso de la Biodiversidad; la información histórica también puede servir para los numerosos proyectos de recuperación de espacios naturales como lagos, bosques y selvas donde han desaparecido, pero que, con el cambio climático, pudieran reaparecer y ocasionar severos conflictos a las comunidades humanas asentadas en dichos sitios; y finalmente, es un instrumento muy útil en la formación y concientización de nuevas generaciones para que valoren el ambiente donde viven.