Universidad de California (Berkeley) y Profesor Afiliado de la División de Historia del CIDE
Las guerras culturales
En la actualidad, Estados Unidos se encuentra agudamente polarizado en términos políticos, sociales y culturales como pocas veces en su historia. El país está inmerso en un contexto caracterizado por las llamadas “guerras culturales”, que reflejan la profunda pugna entre dos visiones diametralmente opuestas sobre lo que tendrían que ser las características esenciales de la Unión Americana en el futuro inmediato y hacia el largo plazo.
La primera de estas visiones pugna por allanar el camino para un Estados Unidos multiétnico, multilingüe y que respete a las pluralidades y diferencias regionales, religiosas y de orientación sexual. Esta perspectiva enfatiza una política exterior que se suscriba a la globalización y esté basada en alianzas y en la práctica de la diplomacia. Ejemplos de esta perspectiva en el plano interno son los avances en el presente milenio en el terreno de los derechos civiles, incluyendo una educación inclusiva y pluralista y el florecimiento de los estudios étnicos y de género
En el momento actual en ningún otro estado como en California se han puesto en práctica políticas públicas de gran impacto en esta línea que han beneficiado a sectores de la población de origen latinoamericano/mexicano. Concretamente, desde 2014 se aprobaron las licencias de conducir para personas sin documentos, y se otorgó el acceso a un seguro médico a los niños indocumentados. Importante ha sido el apoyo del aparato gubernamental de California a los jóvenes dreamers, ejemplificado en la disposición legal que permite que personas indocumentadas puedan ser considerados residentes y por ende acceder a becas universitarias, y más aún el hecho de que al titularse puedan ejercer profesiones que requieren de licencia estatal, tales como la abogacía y la medicina.
La visión opuesta proyecta un futuro muy diferente para Estados Unidos: un país monolingüe en donde los valores anglosajones y protestantes detentados por la población blanca ocupen un lugar predominante. Esta perspectiva es más bien nacionalista y está dispuesta a ejercer sin ambages el “gran garrote” en la escena internacional; tiene asimismo un discurso hostil hacia la población de origen mexicano/latino, a la que se le considera un peligro para la identidad, cultura y hasta la seguridad nacional de E.U., mismo que se ha manifestado en políticas públicas apoyadas casi exclusivamente por el Partido Republicano. En Louisiana y Wisconsin, los legisladores de ese partido suscribieron cambios a la ley estatal con el fin de castigar a las ciudades que se habían declarado “santuarios” de migrantes; es decir, que se negaban a compartir información con la oficina federal de inmigración y aduanas (ICE).
Otros esfuerzos legislativos aún más severos incluyen a la ley H.B. 2281 de Arizona que prohibía los Estudios Chicanos en las escuelas públicas del estado, con el argumento de que tales cursos propagaban sentimientos de “separatismo y resentimiento” (ignorando los argumentos de los especialistas que indican que quienes toman dichas clases tienen una probabilidad mayor de tener éxito en sus estudios). Asimismo, la ley de Alabama, la H.R. 56, llegaba al extremo de criminalizar a quien transportara o diera refugio a indocumentados, y exigía que todas las escuelas públicas verificaran si los alumnos contaban con residencia legal como requisito de admisión.
En el fondo, estas políticas son claramente una reacción de los sectores más conservadores de E.U. al proceso de ¨latinoamericanización¨ de ese país, perceptible en el aumento demográfico y en los múltiples espacios en la arena política, social, económica y cultural que los latinos ya ocupan en la Unión Americana.
El proceso de latinoamericanización y sus consecuencias
El crecimiento de la población latina en E.U. en el nuevo milenio ha sido impresionante. Entre 2000 y 2010 creció 48%,.y hoy en día alcanza los 60 millones;de personas. Entre ellos, los individuos de origen mexicano constituyen, con mucho, el porcentaje mayor dentro de esta población (65%), seguidos de los puertorriqueños (9.3%). centroamericanos (8.4% y creciendo aceleradamente), sudamericanos (5.7%) y cubanos (3.6%).
Es evidente que la población latina tiene gran presencia en E.U. De hecho, ya en varias regiones de ese país ha dejado de ser una población minoritaria, como es el caso de California, Nuevo México, Chicago y sus alrededores, y en la franja fronteriza de Texas con México. Recientemente, para ejemplificar esta situación, el diario Daily Breeze de Los Ángeles, indica que ya hay más restaurantes mexicanos a lo largo de todo el territorio de E.U. que pizzerías (que eran el tipo de restaurante más popular).
La Oficina del Censo ha proyectado que la población latina crecerá a un estimado de 103 millones de personas para 2050 (alrededor del 64% será de origen mexicano). Es más se calcula que para 2060, dicha población doblara su número, e incluso los analistas concuerdan que para entonces una de cuatro personas en E.U. será de origen latinoamericano. El continuo aumento de los latinos está asegurado, independientemente de lo que suceda con los flujos migratorios debido a su crecimiento demográfico natural. Esto porque se trata de una población joven, en la plenitud de su vida reproductiva, con un promedio de 25.9 años de edad (en comparación con el promedio nacional, que es de 35.3 años), y con una tasa de fertilidad más alta en comparación con los anglosajones y otros grupos étnicos de E.U.
En el nuevo milenio, la presencia y participación de los mexicanos/latinos en el terreno político ha sido mucho más visible; en las urnas se incrementó en un 25% entre 2008 y 2012. De acuerdo a la National Association of Latino Elected Officials (NALEO), en algunas estados su voto fue determinante en contiendas presidenciales y de candidatos al Congreso, como sucedió en Colorado, Florida, Nevada y Nuevo México, donde el número de votantes latinos llegó a un 42% (de acuerdo al Pew Research Center). Fue por esa razón que en todo el suroeste (y en otras regiones), el número de políticos y funcionarios latinos creció sustancialmente durante estos años.
En las elecciones de medio mandato de noviembre de 2018, el voto latino fue crucial en las victorias del Partido Demócrata, mismo que logró retomar el control de la Cámara de Representantes y elegir a 54 nuevos miembros. Además, los latinos constituyeron un porcentaje creciente de electores en algunos de los estados más competitivos, incluyendo: Texas (30%), Arizona (23%), Florida (20%) y Nevada (19%), y en muchos casos inclinaron la balanza hacia los demócratas.En California, el poder latino se consolidó aún más después de las elecciones de 2018. Cabe señalar que los latinos constituyen el 26% del electorado del estado (en 1980 eran apenas el 5%). Por lo demás, en este año hay 23 congresistas latinos a nivel estatal (en comparación con 7 en 1980) y en la delegación de California en la Cámara de Representantes en Washington D.C. ya hay 15 (en comparación con sólo un miembro en 1980).
Balance
La intensidad de las “guerras culturales” en el contexto de la mencionada polarización se ha agudizado por dos circunstancias: el advenimiento de Donald Trump a la Presidencia en la Unión Americana y los constantes avances del proceso de latinoamericanización de E.U. Uno de los postulados centrales de Trump desde su primera campaña electoral ha sido el lema: “Let’s take our country back. (Vamos a recuperar nuestro país), que en realidad se refiere a la necesidad imperiosa de la derecha en Estados Unidos (y por supuesto del propio Trump) de tomar ventaja de “la última oportunidad” que existiría para “rescatar” al país de tendencias e iniciativas progresistas y evitar que la nación caiga en manos de “ellos” (léase las minorías, particularmente la de origen mexicano). De ahí su propósito esencial de frenar en todo lo posible el proceso de latinoamericanización de E.U. de muchas formas, incluyendo a través de todas las restricciones posibles a la migración de la región.
En suma, Trump ha suscrito una serie de acciones de política interna basadas en la imposición de la “superioridad” del hombre blanco, anglosajón y protestante, resumidas en las premisas: “Make America White Again” [Hagamos de nuevo a un Estados Unidos blanco], y “Keep the minorities in their place”, es decir limitando drásticamente el acceso de las minorías al poder político.
Sin la menor duda, los años restantes de la actual presidencia de Trump (y de su posible reelección) serán sumamente conflictivos y difíciles, particularmente para la población de origen latino, en tanto la Presidencia, el Senado y la Suprema Corte estén en control de sectores conservadores, comprometidos con políticas públicas hostiles. Esta situación sólo podría aminorarse si se aplica el esquema de contrapesos (existente en E.U.) entre los poderes de la Unión, y entre Washington y los gobiernos estatales (como ya ha ocurrido en varios estados, incluyendo California). Sin embargo en palabras del periodista de Univisión Jorge Ramos: “Estados Unidos se está convirtiendo en una nación latina y multitud de decisiones importantes que se hagan en ese país tendrán que pasar por el filtro latino; hacia allá van los números y todo el país.¨