La Dra. Murillo es profesora de Género, Estudios de la Mujer y la Sexualidad, e Historia. Los autores discuten la trama narrativa de la serie de televisión y la historieta original. No habrá más advertencias antes de divulgar detalles del argumento de la serie.
En 1986, Watchmen, una historieta creada por Alan Moore y David Gibbon, retrató unos superhéroes enmascarados como personajes falibles y dañados, quienes sufrían por traumas graves personales. Aunque no fue la primera serie de historietas a examinar estos temas, la meditación de su narración, enfocada en el desarrollo de los personajes, influyó de manera importante en los hilos narrativos de las historietas subsecuentes.
La serie Watchmen muestra un interés profundo por la historia estadounidense de mediados del siglo XX. No obstante, Moore y Gibbon no representan a sus “superhéroes” como elementos estabilizadores de la sociedad. En el mundo de Watchmen, el Comediante (un vigilante enmascarado que trabajo por los servicios de inteligencia estadounidense durante las 1970s) protegía a Richard Nixon matando a los investigadores de Watergate; para luego encabezar, con la ayuda de un personaje casi divino –Dr. Manhattan–, la victoria de los EU en la guerra de Vietnam. En Watchmen, Nixon cumplía su cuarto periodo de gobierno para 1985. Más viejo y más paranoico que nunca, llevaba inexorablemente al país al borde de la guerra nuclear con la Unión Soviética.
Al contrastar las amenazas de la Guerra Fría con las acciones locales de vigilantes autonombrados, la historieta retrata a éstos como seres venales e insignificantes. Los autores nos obligan preguntar acerca de la naturaleza de una sociedad que produce personas con ganas de poner una máscara y luchar contra otros en público. De esta forma, ponen un espejo a un mundo que lleva décadas consumiendo sagas de superhéroes: el nuestro. Moore y Gibbon demuestran que el meollo de este género narrativo en el que unos cuantos con súper poderes rescatan a la humanidad de sus peores deseos, es el escapismo. Watchmen presenta un análisis franco y adiestrado de lo imposible que es soñar que otros nos pueden rescatar de nosotros mismos.
Mientras que la historieta se enfocaba en la amenaza existencial del conflicto nuclear, la nueva serie de televisión que escribió Damon Lindelof para HBO, se enfrenta con otra amenaza igualmente existencial: el racismo y la supremacía blanca. El primer capítulo inicia con las escenas impactantes y espeluznantes de la masacre de Greenwood de 1921, en la que los miembros del Ku Klux Klan destruyeron un barrio próspero afroamericano de Tulsa, Oklahoma, matando y lastimando a centenares de hombres, mujeres y niños. La cámara sigue a un joven afroamericano, quien escapa la ciudad y observa el fuego consumirla a distancia. Después, la serie brinca en el tiempo hasta Tulsa en 2019.
La serie de televisión Watchmen ocurre treinta y cuatro años después de los sucesos de la historieta. Retrata un mundo que ha sido transformado por las intrigas de Ozamandias, “el hombre más listo del mundo,” quien inventó una invasión alienígena para calmar las tensiones nucleares entre EU y la URSS. Para lograr semejante ficción, mató a tres millones de personas y destruyó una gran parte del centro de la ciudad de Nueva York. El mundo cambió dramáticamente a raíz de este trauma, que todavía se cree real. Robert Redford fue elegido presidente para reemplazar al desacreditado Nixon, y gana cada elección presidencial desde entonces. El tabaco es prohibido. La policía requiere una autorización previa antes de usar sus armas. El gobierno estadounidense introdujo reparaciones financieras para los descendientes de los esclavos afroamericanos y construyó centros de memoria histórica en los que estos descendientes pueden conocer las biografías personales de sus ancestros. Contra esta sociedad progresista, opera un grupo secreto de supremacistas blancos enmascarados, el Seventh Kalvary.
La heroína de la serie, una mujer negra, Angela Abar (Regina King), es policía en Tulsa. Después de un ataque por parte del Seventh Kalvary, el gobierno federal legisla para permitir a los policías llevar máscaras y para usar violencia con el fin de proteger sus familias. Angela se transforma en la formidable Sister Night (la hermana de la noche). El primer capítulo concluye con el asesinato del jefe de policía blanco de Tulsa, y con la supuesta confesión de un anciano afroamericano en silla de ruedas. En los días subsecuentes, Angela descubre dos cosas: primero, que el jefe de policía que estimaba y fue su amigo, tiene escondido un uniforme del Ku Klux Klan en su casa; y, segundo, que el anciano es su abuelo desconocido.
Es ahora que Watchmen sale de la historia familiar anticrimen para explorar los temas de raza y justicia dentro del contexto de la historia estadounidense. En un flashback inducido por drogas, Angela vive los recuerdos de su abuelo, Will Reeves (Lou Gossett Jr.), descubriendo que es el niño que sobrevivió la Masacre de Greenwood. Durante la década de 1940, mientras vive en Nueva York con su esposa June y su hijo, esta experiencia terrible le convence de ser policía y luchar contra la injusticia.
En la ceremonia de graduación de la academia policíaca, un capitán afroamericano felicita a Reeves, y luego susurra en su oído: “Cuidado con el Ciclope”. Es una pista que señala la existencia de una organización de supremacistas blancos que cuenta con muchos policías entre sus miembros. Cuando Reeves investiga, le confrontan cuatro policías. Los oficiales blancos lo golpean y lo llevan al campo donde le ponen una capucha y una soga para luego colgarlo de un árbol. Justo cuando pierde consciencia, los hombres lo bajan del árbol y le advierten que lo van a matar la próxima vez. Regresa a su casa, exhausto, todavía con la soga en el cuello y la capucha en sus manos. En el camino, se topa con el asalto de una pareja blanca en un callejón. Se vuelve a poner la capucha, ataca a los asaltantes y los corre. La pareja, muy agradecida, nunca conoce su identidad. Pero lo periódicos, entusiastas con la historia, apoderan al héroe desconocido como “Hooded Justice” (“el Justiciero Encapuchado”).
Como en toda narrativa de historietas, se trata de la historia de origen del vigilante enmascarado. En la historieta de Watchmen, el Justiciero Encapuchado fue el único héroe que nunca reveló su identidad verdadera al público, despareciendo del cómic. Al escoger retratarlo como un hombre afroamericano en la serie televisiva, los autores hacen un comentario agudo sobre la sociedad estadounidense. En lugar de ser un ranchero blanco del “Midwest”, o un huerfano, heredero de una fortuna billonaria, el primer vigilante de Watchmen es una persona quien ha experimentado violencia y perjuicio racial toda su vida. Reeves decide perseguir la justicia con medios extrajudiciales, escondiendo su identidad para protegerse y su familia.
En un capítulo de la serie, Reeves, apasionado con su causa, se junta con un nuevo grupo de luchadores contra el crimen, los “Minutemen” (los hombres del minuto). Pero, ellos no quieren reconocer su preocupación con la gran red secreta de supremacistas blancas; en cambio, su líder el capitán Metropolis y los demás integrantes prefieren usar la reputación del Justiciero Encapuchado para mejorar su imagen. En efecto, ¿por qué se preocuparán los Minutemen por la violencia de los supremacistas blancos, cuando su nombre y acciones recuerdan a los vigilantes verdaderos que trabajan en la frontera con México para “proteger” el público norteamericano de los migrantes de color café?
Es claro que los Minutemen no tienen interés en luchar contra la desecación de la vida de los afroamericanos. El Justiciero Encapuchado sale del grupo con repugnancia. El villano verdadero no es un malvado meglománico, como quieren alegar los Minutemen en sus conferencias de prensa. Son los nacionalistas blancos que forman parte de un estado policiaco, auxiliado por científicos, políticos y empresarios. En la escena climática, Reeves se viste de policía, y con la capucha puesta, entra una bodega usada por Cíclope. Mata a los integrantes del grupo y prende fuego al edificio. Es un momento de catarsis potente. Poner la capucha le ha transformado en una fuerza vengativa poderosa, pero le ha distanciado de su esposa e hijo. Al final, lo van a abandonar a causa de su temperamento violento.
Temas de raza, masculinidad y orientación sexual cruzan en el personaje del Justiciero Encapuchado. Aunque sale del Minutemen, Reeves mantiene contacto con el capitán Metrópolis, con quien ha tenido una relación amorosa. Sin duda, su homosexualidad escondida también contribuye la tensión entre él y su esposa: no simplemente tiene que luchar contra racistas sino también contra su sexualidad reprimida. En la serie Watchmen de 2019, la relación entre el Justiciero Encapuchado y Metrópolis se presenta como “La historia del héroe norteamericano”, una mini historia retratada dentro de la trama narrativa, en la que una versión imaginada del “pasado histórico” es dramatizado como una serie tradicional de lucha anticrimen por parte de unos policías duros. En esta serie, el Justiciero Encapuchado se retrata como un hombre blanco y compañero sumiso en su romance con Metrópolis; cuando en realidad, tal y como Reeves explica a Angela, él era la pareja dominante. Tenía que luchar contra las tensiones personales que surgían del amor que sentía tanto por su esposa como por Metrópolis.
El Justiciero Encapuchado presenta un reto visceral al nacionalismo blanco en Estados Unidos, mientras que evoca la complejidad de la masculinidad afroamericana en una sociedad rígidamente heteronormativa. La organización Cíclope arropada en símbolos de la ley y el orden, se compone de policías que perpetúan un régimen racista. Aunque Reeves logra frustrar uno de los planes del grupo, la organización en sí sobrevive en las décadas subsecuentes. Con esta historia, los autores de Watchmen subrayan la lucha generacional que existe en un país cuyos orígenes remontan a la esclavitud y una ideología racista. De la misma manera que “La historia del héroe americano” distorsiona la raza y la sexualidad de Reeves, también ejemplifica cómo la nación estadounidense no puede imaginar que el superhéroe más importante – el fundador- no era blanco. No se trataba de la apropiación cultural, sino de propaganda de la supremacía blanca. La serie no borra su naturaleza homosexual, es aceptable hasta pasar escenas sexuales gráficas en la televisión. Es la blancura del todo que lo hace increíble. Una relación sexual interracial afroamericano está tan lejos de la imaginación blanca que simplemente no puede existir. De esta manera, el Justiciero tiene que ser blanco. En un mundo de la supremacía blanca, incluso uno que sigue ideas progresistas en los Estados Unidos de Robert Redford, no puede ser otra cosa.
Leída como un análisis de la historia estadounidense, la historia del Justiciero Encapuchado sugiere que la maldad nace del deseo profundo de los blancos de mantener la supremacía racial. El Seventh Kalvary emplea la ley y el resentimiento de los blancos como maza para empujar a las personas de color a los márgenes, donde su existencia es criminalizada y últimamente obliterada.
Los autores agradecen a la Dra. Catherine Andrews por hacer la traducción del texto original al español.